Infraestructura deficitaria pone en riesgo salud de docentes

Profesores de la zona sur laboran en condiciones infrahumanas

Infraestructura deficitaria pone en riesgo salud de docentes

Liceo Fernando Volio de Pérez Zeledón. En estos galerones desprotegidos del

polvo, el ruido y la lluvia se desarrollan las lecciones de Música, Educación

Física y Artes Industriales desde hace dos años. En la gráfica, los

docentes Carlos Humberto Ortega Padilla (izq.) y

Alexander Delgado Vargas.

Norma Umaña/APSE/Noviembre 2014

Como parte de su permanente lucha por la dignificación del educador, la APSE publica este reportaje para ejemplificar el esfuerzo que realizan los profesores a fin de cumplir con el proceso de enseñanza-aprendizaje, a pesar de las deficiencias en salud ocupacional.

Al tener que trabajar en condiciones inadecuadas, los docentes se han convertido en las mayores víctimas de enfermedades (riesgos del trabajo) en el sector público, prueba de ello es que el 80% de las incapacidades se registra en el MEP.

La APSE, una vez más, devela los problemas de gestión de las autoridades, que impiden dotar de la infraestructura necesaria a los centros educativos.

Mientras miles de millones de colones presupuestados para infraestructura educativa duermen en la Caja Única del Estado, decenas de profesores de la zona sur del país sufren quebrantos en su salud, gracias a las condiciones de las instalaciones en que deben impartir sus lecciones diariamente.

En una visita realizada a varios colegios de Pérez Zeledón y Ciudad Neily, comprobamos la permeabilidad de los espacios para la enseñanza, que ni siquiera se pueden llamar aulas porque son parqueos, salones comunales o bodegas.

La profesora Jeissel Calderón Abarca imparte la especialidad en maderas, pero sin el mobiliario adecuado y con pocas herramientas, además de los problemas que genera laborar en un galerón.

Los docentes entrevistados se quejan de que los problemas de afonía, alergias, quemaduras por los rayos solares al estar laborando casi a la intemperie, entre otros, son originados por las condiciones de los espacios educativos.

“Los educadores sostenemos un sistema educativo que para el Estado constituye un gasto, y no una inversión”.

Prof.[^a^]Ana Doris González González, presidenta de la APSE

Las “aulas” se convierten en un asador por varias razones estructurales, por ejemplo, el techo a baja altura y la falta de cielorraso, como lo señala en la gráfica el docente Alexander Delgado.

En el Liceo Fernando Volio Jiménez, ubicado en el distrito Daniel Flores del cantón de Pérez Zeledón, se observan, al fondo de la plaza de fútbol, una especie de garajes enrejados que desde hace dos años funcionan como aulas para la enseñanza-aprendizaje de Música, Artes Industriales y Educación Física.

Estudiantes y profesores tienen que lidiar con el polvo, el excesivo calor y la contaminación sónica, además del riesgo de que les caiga un rayo, dado que las paredes son mallas electrosoldadas, cubiertas en un 50% por zinc, el piso es de cemento, el techo es muy bajo y carece de cielorraso.

Mojados por el agua que transporta el viento o que se filtra a través del techo, bañados de polvo, rodeados de lagartijas, zancudos, sapos y bajo temperaturas altas, sobre todo al medio día, los docentes se aprestan a dar  las lecciones.

En el Liceo Fernando Volio Jiménez existen otras tres aulas con paredes metálicas, marcadas por hendijas que permiten el paso del ruido y la visibilidad de los salones de clase aledaños.

“Es un lugar incómodo, sucio y la iluminación es escasa. El piso es de cemento, por lo que el polvo y otras partículas del material con que trabajo persisten por más que uno barra. El mobiliario es inadecuado para esta especialidad. Por ejemplo, las mesas son huecas y al martillar duplican el sonido”, dijo la profesora de Artes Industriales, Jeissel Calderón Abarca.

Su colega del aula contigua es el profesor de Educación Física, Alexander Delgado Vargas, quien dice estar enfermo de llevar agua y sol en la cancha de fútbol porque carecen de un gimnasio. “En el zacate y el barro tenemos que dar también clases de voleibol”, manifestó.

Delgado utiliza como espacios alternos los pasillos del colegio y el aula de zinc, donde pone música para que los alumnos bailen. Pero el ruido que genera esa actividad irrumpe en el espacio del profesor de Música, Carlos Humberto Ortega Padilla, quien tiene que ingeniárselas para desarrollar su asignatura.

Recientemente, Ortega pintó de rojo el piso del galerón para amortiguar el polvo. Otra de sus grandes preocupaciones es el peligro de la rayería al ser la estructura 100% metálica. “Cuando está tronando fuerte me voy con los chicos al pasillo del colegio”, indicó.

En otro extremo del colegio, se observan más galerones con paredes de lata, donde también se dan clases desde el 2002.

Consultada la subdirectora Zaray Esquivel sobre las gestiones que han realizado para solventar esta crisis de infraestructura, respondió que se presentaron entre cuatro y cinco proyectos a la Dirección de Infraestructura y Equipamiento (DIE) del Ministerio de Educación Pública (MEP), pero no han obtenido respuesta.

En las mismas instalaciones del Liceo Fernando Volio Jiménez, fundado en 1996 y con 1.000 estudiantes en la actualidad, funciona el colegio nocturno con una matrícula de 800 alumnos.

Ironía. Sus áreas verdes sirven de soporte a rótulos alusivos a la protección del planeta, en los corredores se observan basureros elaborados con botellas de plástico y, en una esquina, un tanque para cosechar agua de lluvia que servirá para lavar los trapeadores.

Nos referimos al Liceo Diurno de San Pedro del cantón de Pérez Zeledón, fundado en 1993 y ubicado en una zona de bajo desarrollo social. En este momento, cuenta con 50 trabajadores y 520 estudiantes. En la misma edificación funciona el colegio nocturno con una población de 600 alumnos.

En algunas aulas del Liceo Diurno de San Pedro, en Pérez Zeledón, el cielorraso está dañado.

Desde hace varios años obtuvo el galardón Bandera Azul de cuatro estrellas (el máximo son seis), que premia las iniciativas ambientales, como el reciclaje de plástico, vidrio y papel. Pese a esta merecida certificación, producto del esfuerzo de docentes y estudiantes, el Ministerio de Educación Pública lo tiene en abandono en materia de infraestructura.

El deterioro de las conexiones eléctricas y de los soportes de hierro es evidente en el Diurno de San Pedro.

El deterioro es visible en el  50% de las aulas. El cielorraso se cae a pedazos, la instalación eléctrica y la estructura de hierro que sostiene el techo están dañadas, las aguas negras inundan el parqueo y un aula.  No existen rampas de acceso al área administrativa ni a los pabellones, violentando la Ley N.° 7600, Ley de Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad.

Otros serios problemas que atraviesa la institución son causados por los desechos de murciélagos y la escasez de agua potable.

El año pasado, el Ministerio de Salud advirtió del peligro para la salud la presencia de los murciélagos, sobre todo en la sala de profesores, donde, además, todos los días, durante la hora de almuerzo, el acueducto rural  suspende el servicio del preciado líquido.

La profesora Maureen Solís Granados, señala el cielorraso del comedor estudiantil del Liceo Diurno de San Pedro, deteriorado por el agua.

La presidenta de Base de la APSE, Maureen Solís Granados, informó de que en abril del 2013, el DIE aprobó un proyecto de remodelación y construcción de drenajes, baterías sanitarias, cambio de instalación eléctrica, cielorrasos y obras menores, por un monto aproximado a ¢300 millones, pero no les han permitido licitar.

!/media/import/2014/11Noviembre/fts/infra/9.jpg!**

Un área donde pululan los murciélagos, sin agua potable y el cielorraso destruido constituye la sala de profesores. En la gráfica, a la der., la presidenta de la APSE, Ana Doris González, conversa con los docentes.

Seis aulas en una. Otra muestra del rezago en infraestructura lo encontramos en el Liceo Rural Santiago, del distrito San Pedro, cantón de Pérez Zeledón.

Desde hace 10 años, en un salón comunal se imparten simultáneamente las asignaturas de Inglés, Ciencias y Español, así como talleres socioproductivos y de actividad de desarrollo.

En un espacio de 200 metros cuadrados, sin divisiones, y a una temperatura promedio de 30 grados centígrados, convergen 80 estudiantes y seis profesores todos los días.

Salón comunal de Santiago, Pérez Zeledón, donde varios grupos del liceo rural reciben lecciones de distintas asignaturas.

“La bulla no permite desarrollar la lección adecuadamente y los estudiantes no pueden ser escuchados cuando tienen que exponer un tema. Al igual que yo, mis compañeros sufren de dolencias en la garganta al vernos obligados a alzar la voz en medio del fuerte ruido que se genera en todo el salón”, manifestó el Prof. de Estudios Sociales, Walter Corrales Campos.

Incumplimiento. La matrícula en el Liceo de Ciudad Neily ha ido en aumento, no así las aulas. Tras las gestiones realizadas por la Dirección y la Junta Administrativa para la construcción de una doble planta y otras mejoras de las instalaciones, el MEP les prometió una inversión de ¢600 millones, y solo ha cumplido con el 50%.

En el Liceo de Ciudad Neily hay escasez de aulas.

La DIE le dio prioridad a la remodelación del gimnasio y al comedor, ya que en marzo del 2014 el centro educativo fue sede de una de las disciplinas de los Juegos Deportivos Nacionales.

“Nos dijeron que el faltante llegará para el desarrollo de una segunda etapa, la cual incluiría la remodelación de 14 aulas y las oficinas administrativas, así como la instalación eléctrica del taller de Artes Industriales”, explicó la directora Rosa Fernández Carvajal.

Farsa. “La intención de mostrar las verdaderas condiciones en que laboran los compañeros es desenmascarar a los gobiernos, que se rasgan las vestiduras al decir que estamos bien en infraestructura educativa, para justificar los recortes presupuestarios”, señaló la presidenta de la APSE, Ana Doris González González.

“Inauguran centros educativos en galerones, sin ninguna condición para laborar, sin importar la salud de la comunidad educativa y sin tener una idea de lo que es un protocolo de seguridad.

”Con esta publicación de los colegios con graves problemas de infraestructura reconfirmamos la mala gestión del Gobierno en la inversión de los recursos que le corresponden al sector educativo”, dijo la dirigente González.

Dejar una respuesta